Que ellos no tengan poder sobre nosotros

Artículo escrito por Vivianne Crowley para su columna “Greening the Spirit” en Patheos.com Traducido al Español por Madelaine Benítez (LaMadduk)

En septiembre de 2001 me encontraba en los Estados Unidos para hablar de un nuevo libro que había escrito con mi esposo: Tu lado Obscuro. Un libro sobre la transformación del lado oscuro de la personalidad. En la mañana del 11 de septiembre yo estaba hablando en una serie de programas de radio y estaba siendo entrevistado por teléfono desde mi habitación del hotel en el centro de Nueva York. Justo después de las 8.45 la recepción telefónica fue muy pobre. Se escuchaba que la línea crepitaba y de pronto un cambio repentino en la naturaleza de las preguntas; «¿Qué piensa usted sobre el terrorismo internacional? ¿Fue esta una manifestación del lado oscuro de la personalidad? -una gran y compleja pregunta- y, una que me costó responder en los últimos diez minutos de la entrevista, al terminar colgué la llamada.

La fecha era 11 de septiembre de 2001. Mientras yo hablaba la primera de las Torres Gemelas ya había sido atacada. Cuando mi marido y yo salimos a la calle el vuelo 175 de United Airlines impactó la segunda Torre.

¿Terrorista o héroe, fanático o mártir?

Este mes hemos visto en Europa uno de los actos terroristas más impactantes. El 7 de enero de 2015, dos hombres armados gritando «Allahu akbar», «Dios es grande», y «el Profeta se vengado’ irrumpieron en las oficinas del semanario satírico Charlie Hebdo, matando a doce personas e hiriendo a otras once. Algunas eran personal de Charlie Hebdo, otras incluyeron un trabajador de mantenimiento y agentes de policía. ¿Por qué los hombres armados decidieron lanzar su ataque? Debido a que no les gustó lo que los periodistas y dibujantes de Charlie Hebdo, habían dicho e ilustrado.

Cuando me enteré de la noticia poco después de que sucedió, yo estaba profundamente consternada y afligida. París es una ciudad emblemática, una de las grandes casas de la civilización europea. Es la cuna del arte europeo y el lugar de nacimiento de la ‘Liberté, Egalité et Fraternité’. Me sentí como si algo personalmente querido para mí había sido violado; mi amado París transgredido.

Reconociendo la sombra dentro

Es fácil etiquetar a las acciones de los terroristas como «malévolas». Esa fue mi reacción cuando me enteré de la noticia. Y fue un paso fácil ir de la conmoción y horror a la ira y el disgusto; y del asco a la sensación de que las personas que hicieron esto son “alienígenas” “los otros”, los “’no-humanos»; un recorrido muy fácil y en el terreno resbaladizo de convertirse en lo que todos los terroristas desean convertirse para sus enemigos: en promotores del odio como lo son ellos. Como Pagana, yo no creo en una fuerza externa de «mal» en el universo. Más bien me suscribo a la vista de Mahatma Gandhi:

Los únicos diablos en este mundo son los que corren por el interior de nuestro propio corazón, y ahí es donde todas nuestras batallas deben ser combatidas. Mahatma Gandhi

El “mal o lo maligno” es una creación humana, un resultado del miedo, la ignorancia, la ira y la frustración. Cuando tales presiones se acumulan, es fácil fantasear que hay alguna solución simplista. La mutilación y destrucción de nuestros enemigos, la inquisición, la limpieza étnica, las guerras de la religión; todas estas se alimentan del mismo engaño: que hay una sola buena, pura y correcta ideología y que ésta hará al mundo un mejor lugar. Si la gente no se suscribe a ésta voluntariamente, entonces son personas malas y deben ser destruidas.

Una vez que hemos etiquetado a un grupo como los “otros”, como el enemigo, podemos convencernos de que, con el fin de proteger lo que pensamos precioso y correcto, cualquier acción es justificable. La historia nos ha demostrado que ningún grupo es inmune a este tipo de pensamiento. Para pensar: «Yo nunca podría ser como eso” es peligroso. Si no nos damos cuenta del poder de seducción de la “ira justificada”, será difícil erradicarla de nuestra psique, y demasiado pronto estamos en sus garras.

La capacidad de hacer el mal es intrínseca en nuestra naturaleza humana. Se presenta cuando un ser consciente tiene la posibilidad de elección. Como seres humanos tenemos la opción de realizar actos que sirvan para el mayor bienestar o que promueven la miseria y la destrucción. Estas opciones, a las que nos enfrentamos a diario, están sujetas a nuestras emociones en conflicto: el amor, el odio, la compasión, la crueldad, la codicia, el egoísmo y el altruismo; todas realidades del corazón humano.

En el modelo de Carl Gustav Jung los seres humanos compartimos una psique colectiva heredada, el inconsciente colectivo que representa a todo el potencial humano, lo bueno y lo malo. La mayoría de nosotros no tenemos las experiencias de vida extremas que nos convierten en grandes malhechores, pero todos tenemos dentro de nosotros la capacidad para el mal. Llevamos el potencial de un desprecio temerario hacia los demás; así como tenemos la capacidad de compasión, cariño y preocupación. El negar la existencia de nuestra sombra crea más problemas que reconocerla, por más desagradable que esto pueda resultar.

Si nuestros impulsos negativos son negados, la malicia, los celos y la envidia crecerán enconadas en la oscuridad. Podemos engañarnos a nosotros mismos que nuestro odio no es malo en absoluto, sino que es bueno, justificado y correcto. Este es el vino embriagador de la “ira justificada”, la droga intoxicante de la guerra religiosa e ideológica.

El ser fuerte en lo que apreciamos

No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo. Evelyn Beatrice Hall (1907) Los Amigos de Voltaire, G. P. Putnam´s Sons, Nueva York, p. 199.

Aunque vivo en parte en Francia, nunca había oído hablar de Charlie Hebdo, o de su contenido. Su circulación semanal normal es de 45.000 ejemplares. Esta es minúscula comparación con la liga de medios del mundo, y es publicada en un solo idioma: Francés. Nadie que no lo quiera tiene que leerla, mirarla, o llevarse a mismos hacia un frenesí de odio sobre Charlie Hebdo.

Ahora bien, todo el mundo sabe acerca de Charlie Hebdo y cualquier persona que así lo quiera puede ver el material que ofendió de tal manera a los hombres armados. Y yo dije, “cualquier persona que así lo quiera” porque personalmente no tengo ningún deseo de ver material que denigra a las opiniones religiosas de otras personas. Sin embargo, voy a hacer todo lo posible por comprar la copia más reciente de la revista para hacer eco de las famosas palabras de Evelyn Hall que capturan el espíritu del gran escritor y libertario Voltaire (1694-1778), ya que aprecio el derecho de que otros critiquen las creencias de otras personas.

Cuando en 1989 el Ayatolá Khomeini de Irán emitió un decreto que el escritor Salman Rushdie era un blanco legítimo para masacre porque a la Ayatolá no le gustaba lo que escribió en su novela “Los versos satánicos”, me fui a comprar una edición de tapa dura del libro. ¿Por qué? No porque yo quería leerlo, incluso me costó leerlo porque me pareció bastante aburrido; o hice debido a que yo no quiero vivir en un mundo donde los fanáticos religiosos asesinarán para evitar que alguien diga las cosas que a ellos no les gustan.

Los debates Paganos sobre la forma de oponerse al mal pueden degenerar en argumentos que suenan a lo que yo llamaría como Paganos del “ojo por ojo del Antiguo Testamento’”, en contra de los Paganos de “Amar a vuestros enemigos del Nuevo Testamento”. Como el Budismo es mi segunda religión, estoy a favor del Camino del Medio. Yo no odio a los terroristas que hicieron estas cosas terribles.

Me niego ser infectada por la enfermedad de la rabia. Soy un ser humano de libre albedrío y elijo el no descender por esta pendiente resbaladiza. Tampoco los amo.

Yo permití que mi ira se convierta en desprecio y del desprecio que es un paso sencillo hacia a la piedad. Compadezco a los jóvenes que se han dejado seducir por el vino embriagador de odio. Me compadezco de que no vivirán para crecer en la sabiduría de la edad adulta y de ver la inutilidad de aquellas ideologías que no hacen nada por mejorar la condición humana. Rezo para que ellos y los que son como ellos despierten de la fantasía a la realidad y que el resto de nosotros tengamos la fuerza para hacer un mundo en el que tal odio no pueda prosperar.

Muchos de nosotros tenemos poco poder en el mundo. Sólo podemos hacer lo que podemos hacer en nuestras propias pequeñas esferas de influencia. Pero hay un lugar en el que siempre se puede empezar. Esto está dentro de nosotros mismos. Para rechazar hay que ser fuerte ante la cara de terror, para mantener firmeza a nuestros valores y lo que creemos, a negarse a participar en el odio de los terroristas.

Que el miedo del mal no tenga poder sobre nosotros

Que las semillas del odio no echen raíces en nuestros corazones

Que nuestras voluntades sean fuertes y nuestra visión clara.

Venceremos.

Artículo escrito por Vivianne Crowley para su columna “Greening the Spirit” en Patheos.com Traducido al Español por Madelaine Benítez (LaMadduk)

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